Frío en los hogares. El Ararteko propone medidas contra la pobreza energética.

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Artículo de opinión del Ararteko, Manuel Lezertua, publicado el  Día Europeo contra la pobreza energética, en Berria, Deia, Diario de Noticias de Álava, Diario de Noticias de Gipuzkoa

El mes de febrero es un mes frío, a veces gélido. En esta época las masas de aire siberiano se desplazan hacia el sur de Europa, provocando descensos generalizados de las temperaturas. Se recuerda aún aquel febrero de1956, cuando el frío atenazó a Euskadi durante más de una semana. Aquel frío polar asoló media Europa y, para rememorarlo, algunos colectivos como la Asociación de Ciencias Ambientales o la Plataforma por un nuevo modelo energético (en Euskadi, Gure Energia) reivindican el 17 de febrero como el Día Europeo contra la Pobreza Energética.

La pobreza energética es la dificultad que padecen muchas personas para mantener su vivienda en unas condiciones mínimas de confort, lo que requiere disponer de una temperatura interior adecuada o de electricidad suficiente para las necesidades diarias. Es un tipo específico de pobreza cuya importancia creciente tiene mucho que ver con la gran incidencia que tiene hoy la energía para el bienestar de la población. Es un bien común esencial que permite mantener un nivel de vida digno, elemento indispensable para ejercer el derecho efectivo al disfrute de una vivienda.

La precariedad en el acceso a la energía no está exclusivamente ligada a la falta de renta para hacer frente al pago de servicios energéticos del hogar (electricidad o gas). La pobreza energética está también directamente relacionada con otros factores como la eficiencia energética o la factura de la energía. La antigüedad media del parque de viviendas vasco roza los 40 años, con muchos edificios construidos sin prestar atención a las necesidades de ahorro de energía. Por otro lado, la pobreza energética depende en igual medida del coste de la energía. Pues bien, según datos del Ente Vasco de Energía, la factura energética en el sector residencial se ha incrementado muy por encima de otros parámetros económicos, pasando de 718 € por hogar, en 2007, a 1.037 € en 2015.

Es cierto que el sistema vasco de garantía de ingresos y las ayudas de emergencia social han servido para paliar los efectos más indeseables de la exclusión energética. Sin embargo, personas y familias siguen sometidas en Euskadi al fenómeno de la pobreza energética en invierno. El porcentaje de hogares vascos que en el año 2015 no podían mantener la vivienda a una temperatura adecuada alcanzó, según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 7,7%, cerca de 235.000 personas, según la encuesta de necesidades sociales del Gobierno Vasco.

La problemática de la pobreza energética ha emergido con fuerza en el debate público, con inciertos resultados por el momento. Es de esperar que una inminente regulación estatal y vasca sirva para prevenir las situaciones de precariedad. Ante la ausencia de una normativa estatal, varias comunidades autónomas han regulado mecanismos para salvar a sus ciudadanos del frío y la oscuridad. El Tribunal Constitucional en su sentencia de marzo de 2016, aun cuestionando la competencia autonómica para establecer un régimen económico propio en el sector energético, admite la posibilidad de intervención para paliar la pobreza energética. El reciente Real Decreto-Ley 7/2016, de 23 de diciembre, regulador del mecanismo de financiación del bono social, ha diferido en el tiempo otras medidas de protección al consumidor vulnerable.

En ese contexto, el Ararteko elaboró una recomendación general en la que instaba a los poderes públicos a adoptar un plan vasco de lucha contra la pobreza energética, que requiere identificar a los colectivos más vulnerables, reconocer el deber de información sobre cómo ahorrar en la factura energética e incrementar la eficiencia energética de las viviendas. También pidió que se garantizara el suministro energético a todas las personas en esa situación de vulnerabilidad, para impedir su interrupción en los períodos más críticos.

El Ararteko ha destacado recientemente las medidas tomadas por ayuntamientos como Irun, Bilbao, Vitoria-Gasteiz y Donostia-San Sebastián para concertar con las empresas energéticas mecanismos de coordinación que eviten la interrupción del suministro energético en hogares vulnerables. El Ayuntamiento de Zarautz, junto con las ayudas sociales, también ha concertado con una empresa cooperativa de energía renovable un programa de información y asesoramiento dirigido a reducir la factura energética. Y el Departamento de Empleo y Políticas Sociales, tras concluir un convenio de colaboración con Cruz Roja País Vasco, ha incorporado disposiciones sobre pobreza energética en el decreto que regula las ayudas de emergencia social.

Sin duda, se trata de los primeros pasos de una estrategia vasca contra la pobreza energética. Ello conlleva reconocer su existencia e incorporar específicamente este fenómeno en las políticas públicas. Es prioritario, ciertamente, paliar sus consecuencias más dramáticas, como los cortes de suministro. Dicho esto, el Ararteko propone ir más lejos y realizar esfuerzos en el ahorro y en la eficiencia energética, enfocando las políticas públicas hacia la reducción del gasto energético, la rehabilitación de viviendas obsoletas, la reducción de la factura energética y la autogeneración de energía en los hogares.

Las olas de frío del norte de Europa nos seguirán azotando en los meses de invierno. Como Ararteko, quisiera promover el debate público para reducir significativamente –si no erradicar el frío de los hogares vascos. Estoy convencido de que, gracias al concierto de poderes públicos, empresas, cooperativas energéticas y consumidores, el impulso de estas medidas contra la pobreza energética servirá a ese objetivo.

Manuel Lezertua
Ararteko

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